El amor te cambia porque todo lo puede y si no lo entiendes significa que no has encontrado a tu media naranja a quien entregarte total y enteramente, en cuerpo y alma. Ohh… que bellos mitos los del amor romántico, casi tan hermosos como ficticios y a pesar de ello nos obstinamos y aferramos a sus fantasiosos ideales a la espera que algún día se hagan realidad, deseando secretamente ser la excepción a la regla ¿de dónde sale esa inexorable esperanza? ¿por qué los mitos románticos tienen tanta fuerza? ¿es solo condicionamiento cultural o hay algo más?
Gran parte de la culpa es cultural, de hecho no creo que haya discrepancias en ese aspecto: a todos nos cuesta recordar el título de una película que no incluya el estereotípico romance chico-chica, y con solo poner la radio nos bombardean singles con títulos tan espeluznantes como “I will never let you down” (nunca te decepcionaré) o “she looks so perfect” (ella parece tan perfecta)
Pero si fuera algo exclusivamente ambiental, probablemente encontraríamos otro tipo de creencias en sociedades alejadas de nuestro mundo occidental, y sin embargo os reto a ver cualquier musical del cine indio o leer un manga japonés (hay un género entero en la novela gráfica de este país dedicado a las historias de gran carga romántica: Shōjo.) Nos encontramos pues los mismos estereotipos o muy parecidos en otras culturas, podemos pues optar por la opción fácil y darle la culpa a la globalización o explorar un poco más.
Investigaciones recientes* que estudian el fenómeno a nivel neuro-biológico apuntan a la etapa del enamoramiento entendida como el proceso cerebral donde hay mayores niveles de dopamina, norepinefrina, serotonina, oxitocina y vasopresina. Esto sería un proceso compartido por todos los seres humanos independientemente de su etnia y aprendizajes previos.
Ciertamente esto último podría influir en las distorsiones de las que hablamos pero no terminaría de explicar los detalles acerca de las mentiras que nos contamos sobre el amor. ¿tendrán alguna finalidad a nivel evolutivo? En mi opinión creer en una posible causalidad biológica o evolutiva tendría importantes repercusiones en cómo los sexólogos y educadores enfocamos el tema de los mitos, porque una cosa es promover el rechazo de algo socialmente aprendido y otra muy distinta, hacerlo con algo innato cuyas raíces se hallan en la propia naturaleza del ser humano. Mientras no se resuelve la duda, mi propuesta es ser crítico con ese tipo de mitos aunque cueste, y valorar alternativas realistas y saludables sobre las relaciones de pareja.
Que cosas…..como digo yo…culpa de Disney 😉
Recuerdo ahora un juego que nos proponía un profesor de literatura. Imagina esta situación: conoces a una pareja feliz. Te enamoras de una de las personas que conforman esa pareja. ¿Qué haces? ¿Se lo dices a la persona de la que te enamoraste e intentas que te corresponda? ¿No se lo dices y dejas que sigan felices? Tic, tac, tic, tac, tic, tac. ¡Tiempo! Si decides decírselo a la persona es que te estás guiando por el ideal romántico, según el que los sentimientos todo lo pueden ❤ ¡Oh, el amor es lo más noble y todo lo que se haga por amor noble es, pues! Si decides dejar las cosas como están, te estarías dejando influir por el ideal ilustrado, cuya mayor preocupación es mantener el orden social y personal. ¡Orden! ¡Sacrificio! ¡Disciplina!
Me pareció muy divertida la situación y realmente parece que hoy por hoy estamos en un punto de confluencia de ambas tendencias (simplificando mucho el asunto, claro) y muchos conflictos morales puede que tengan que ver con esto. ¿Qué crees/creéis?
¡Muy buena reflexión! Seguro que la historia literaria y las modas nos han influido un montón. Las directrices románticas e ilustradas al fin y al cabo activan sistemas de recompensa muy potentes y me atrevería a decir que parecidos en cierto modo: hacer lo correcto nos da sensación de bienestar (dígase serotonina, integridad moral, o insight) y repetimos lo que nos reporta consecuencias positivas.
Sin embargo, yo creo que el ideal romántico tiene más que ver con los instintos, el placer sexual, la cascada hormonal, etc. y por eso si me tuviera que decantar lo haría por este, ya que des de mi punto de vista proporciona recompensas mayores y mas arraigadas a la naturaleza humana, por lo tanto mas accesibles que las del ideal ilustrado de cumplir con el deber, el sacrificio y la disciplina; los cuales percibo como constructos sociales más puros y por lo tanto menos potentes, pero por supuesto aquí intervendría con fuerza el ambiente. Por mucho que estemos convencidos que es mas natural la respuesta al amor romántico si vivimos en un contexto represivo en este aspecto acabaremos ilustrados perdidos.