En mayor o menor medida, todos hemos sentido celos alguna vez. El mismo conflicto edípico que Freud mencionaba, o los celos entre hermanos, no son más que algunas expresiones de éste fenómeno psicológico. Pero los que más suelen preocupar y con los que nos topamos más a menudo son: los celos en la pareja. ¿Cómo los identificamos y gestionamos?
A pesar de ser un fenómeno familiar para todos, a la hora de ponerlo sobre la mesa resulta extremadamente complejo: a algunas parejas les cuesta hablar de celos, mientras que otras no pueden dejar de hacerlo.
¿Qué son los celos?
Prácticamente todas las definiciones coinciden al declarar que los celos son una respuesta ante la amenaza de algo considerado como propio.
Sin embargo hay un par de autores cuyas puntualizaciones son especialmente acertadas a la hora de describir dicho fenómeno:
- Bringle y Buunk, 1991 en su investigación lo definen como “cualquier reacción aversiva que ocurre en respuesta a la relación extradiádica de la pareja, sea esta real, imaginaria o plausible.”
En este sentido queda muy claro que la forma de expresar los celos puede variar enormemente entre individuos: cualquier reacción, puede hacer referencia a respuestas emocionales, relacionales o meramente cognitivas.
- En segundo lugar Beavan, 2004 especifica lo siguiente en su definición: “Cuando la implicación de la pareja con otra persona es contraria a la definición de la relación que tiene el individuo celoso.”
El autor aquí deja claro que se trata de un constructo personal (la idea de la relación que tiene cada uno) y sus causas dependen en gran medida de dicho planteamiento. Por lo tanto, no solo la forma de expresar los celos puede ser distinta entre personas, sino también la fuente u origen de dichos celos.
Evolutiva y antropológicamente los celos pueden explicarse de una forma muy sencilla:
♂ Para los hombres, la única forma de asegurar la paternidad era mediante la restricción de otras parejas sexuales masculinas en la relación. De lo contrario nadie podía garantizar que el padre estaba criando el hijo de otro y por lo tanto perdiendo su legado genético.
♀ Para las mujeres, el conyugue masculino era una fuente de recursos además de poseer posibilidades reproductivas. Unos recursos que, de ser compartidos con otras féminas, podrían representar una grave amenaza a su supervivencia, especialmente en las etapas más vulnerables de embarazo y crianza de los hijos.
A partir de estas premisas, aparece un pacto implícito que ha perdurado hasta nuestra sociedad actual y que definimos como “monogamia” o exclusividad en las relaciones de pareja.
¿Son los celos un remanente desfasado de otra época?
No, los celos pueden ser adaptativos puesto que el pacto de la exclusividad en la pareja sigue vigente en la mayoría de casos en nuestra sociedad.
De hecho varios estudios han demostrado que en algunas ocasiones los celos pueden aumentar la atracción hacia el conyugue, resultando en unas relaciones sexuales más intensas y apasionadas, como una respuesta de competitividad (Pines, A. 1992 “Celos románticos”; McKinney, K. y Sprecher, S. “Emociones y Sexualidad”)
Los celos pueden gustar a aquellas personas que los perciben como un sinónimo de valor, aunque frases del estilo “si no sientes celos, no estás enamorado” no dejan de ser un mito romántico.
¿Son iguales para todos?
No, hay diferencias de género y culturales. Ya hemos visto que los orígenes de la monogamia partían de razonamientos distintos entre hombres y mujeres, del mismo modo pues, sus roles y expectativas en la pareja también han presentado distinciones substanciales a lo largo del tiempo. Por lo tanto, es esperable que la vivencia y expresión de los celos tampoco sea del todo igual entre ambos géneros.
La forma de exteriorizar los celos por parte de las mujeres es des de las emociones, la parte más visceral que llamamos neuroticísmo, tendiendo a relacionar los mismos con desordenes afectivos o histéricos; mientras que en los hombres se observa un componente mucho más frío y objetivizante, mostrando rasgos que tienden al psicoticismo.
Las mujeres estadísticamente presentan más actitudes celosas ante posibles infidelidades emocionales (miedo al abandono), mientras que los hombres consideran más estresante y conflictiva la posibilidad del contacto sexual (infidelidad consumada) de su pareja con otros hombres.
Los celos del hombre disminuyen a medida que el valor reproductivo de sus parejas también decae. Buss et al (1992)
Hombres |
Mujeres |
Única forma de asegurar paternidad = restringir el nº de parejas sexuales masculinas |
Asegurar una fuente de recursos en periodos de vulnerabilidad (embarazo y crianza) |
Expresión racional = psicoticismo | Expresión emocional = neuroticismo |
Comportamiento paranoico-obsesivo | Comportamiento histérico-depresivo |
Menor tolerancia a la infidelidad sexual |
Menor tolerancia a la infidelidad emocional |
¿Pueden ser dañinos?
Sí, los celos pueden interferir de una forma muy perjudicial en la relación. Ya sea consciente o inconsciente hay una respuesta descontrolada por parte del celoso/a que lleva consigo emociones altamente negativas (sentimientos de hostilidad, tristeza, inseguridad, auto-compasión, etc) y rasgos obsesivos muy limitantes que quitan espacio al placer y el bienestar de ambos miembros de la pareja y pueden terminar originando un desgaste grave de la relación.
Algunos indicadores para reconocer los celos patológicos son:
- Comparación constante: en relación con la inseguridad o baja autoestima, aparece una necesidad de reafirmación.
- Demandas inapropiadas: interrogatorios y comprobación de sentimientos
- Estado de hipervigilancia: sobreanalizar cualquier actitud o detalle que pueda implicar una posible infidelidad.
- Necesidad de control: espiando a la pareja (sus llamadas, whatsapp, cuenta de facebook…)
- Amenazas o violencia: coerción física o psicológica
- Sentimientos de rabia o desprecio: hacia la pareja o supuestos terceros.
- Pensamientos recurrentes/obsesivos: no poder dejar de pensar en situaciones de posible amenaza a la relación.
- Ansiedad / intranquilidad ante la incertidumbre: cuando la pareja sale sola, pasa demasiado tiempo en el baño, está con otras personas…
Además los perfiles celotípicos suelen compartir muchos rasgos con los dependientes emocionales, unas relaciones de dependencia que a su vez se ven favorecidas por el cierre de la pareja en sí misma. Ambos fenómenos: celos y dependencia, llevados al extremo son el caldo de cultivo idóneo para el demasiado frecuente maltrato.
Cómo combatirlos:
Mediante el diálogo, el respeto y la confianza.
Con el diálogo lograremos identificar el problema y ver qué conductas o actitudes han reforzado el aprendizaje del comportamiento celoso, además de desechar las hipótesis irracionales y malentendidos entre los miembros de la pareja.
El respeto es imprescindible para conseguir focalizarse en el objetivo que quiere conseguirse en lugar de caer en el reproche. Los celos son en sí mismos reacciones emocionales aversivas que deberemos evitar proyectar en los demás si no queremos ocasionar nuevos problemas derivados de los mismos.
Si respetamos la libertad de la pareja, entenderemos también que hay factores y decisiones que le corresponden al otro y por lo tanto, debemos otorgar confianza en los pactos que establecemos con la pareja y las actitudes que tome la otra parte al respecto.
Enlace al programa de radio sobre celos en el que he colaborado, de Radio Sant Feliu (cat)
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Artículo excelente sobre los celos