Todos sabemos qué nos conviene, de hecho habitualmente somos más críticos con nosotros mismos que con los demás, y aun así nos doblegamos ante cambios tan simples como: dejar de fumar, comer sano o hacer ejercicio. Nos mentimos a propósito, ponemos excusas o evitamos pensar en ello. Quizás por eso uno de los primeros hallazgos que se estudiaron en la psicología clásica fueron los mecanismos de defensa.
“el primer error es un accidente, el segundo una elección y el tercero un hábito”
En el control de los impulsos intervienen factores bio-psico-sociales: el grado en el que nuestro cuerpo segrega hormonas o recapta neurotransmisores ante una acción determinada está en parte, programado genéticamente (biología), los pensamientos que se disparan ante esa acción son el resultado de unos aprendizajes previos y un diálogo interno (psicología) y la facilidad para mantener unos patrones de respuesta determinados dependerán en gran medida del ambiente o contexto que nos rodea (sociedad).
En otras palabras: ante un croissant durante una dieta, puede que el estómago de una persona ruja más fuerte que el de otra (biología), que esa persona carezca de toda disciplina y piense “no pasa nada por darse un capricho” (psicología), y que además el amigo que tiene al lado intente convencerla que las dietas son ridículas (sociedad).
Motivación VS. Miedo y Zona de confort
La activación o energía necesarias para conseguir un objetivo es lo que entendemos por motivación, y la mayor diferencia de esta actitud respecto a los instintos, es que la motivación se puede inducir, promover y mejorar. Para ello es importante entender que uno de los elementos que afecta de forma clave a la motivación es nuestro estado emocional.
Por lo tanto, una buena capacidad de insight y un pleno entendimiento de uno mismo serán esenciales para tener una adecuada predisposición al cambio.
Justamente por ello es importante estar familiarizado con el concepto de “zona de confort” que no es otra cosa que la rutina ante la que nos sentimos cómodos: lo conocido puede ser mejor o peor, pero nos confiere seguridad, mientras que lo nuevo (el producto del cambio) conlleva incerteza y por consiguiente: da miedo. Miedo a fracasar, empeorar, pero sobretodo: miedo a lo desconocido y dejar atrás una parte de uno mismo.
Vencer la inercia requiere determinación y esfuerzo
Estrategia: anticipar obstáculos, fijar objetivos, generar nuevos hábitos
Si además de lo mencionado anteriormente tenemos un plan bien estructurado, nuestras posibilidades de éxito a la hora de promover un cambio duradero se multiplicarán exponencialmente.
¿Por qué es importante un plan? Porque nuestra motivación y emociones van a fluctuar durante el proceso, así que cuanto menos terreno dejemos a la improvisación, más posibilidades de mantener el rumbo tendremos.
Pero seamos realistas, ¿rumbo hacia dónde? ¿Tenemos claro lo que queremos conseguir? Es esencial saberlo describir de forma operativa, con términos concretos y sin ambigüedades. También es recomendable marcar micro-objetivos que sean alcanzables y de dificultad ascendente y no solo una única meta final; de esa forma, los pequeños logros nos ayudarán a mantener la motivación, seguir adelante y poco a poco ir interiorizando el nuevo patrón de conducta. Sin darnos cuenta, nuestra zona de confort estará en esos nuevos hábitos que hemos elegido libremente.
Herramientas
Desde el más que conocido “Análisis DAFO,” hasta la “Desensibilización Sistemática,” pasando por las técnicas de “la Rueda de la Vida” o “la Línea de Evaluación,” hasta la práctica de “Mindfulness,” existen herramientas específicas muy bien estructuradas y de fácil aplicación. Tener un buen maletín de esas herramientas o un profesional a tu lado que pueda proporcionártelas va a ser otro gran punto a favor en el camino hacia el cambio.
Algunos vídeos de interés:
Fábula del leñador – Jorge Bucay (youtube)
Vídeo sobre la zona de confort (youtube)
Más info. y contenido original en: resistencia al cambio psicológico en terapia
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“Una buena capacidad de insight y un pleno entendimiento de uno mismo serán esenciales para tener una adecuada predisposición al cambio”