Catalogado de desviación por la psicología durante algún tiempo, sodomía para la religión y perversión para tantos otros. Quizás sea justamente esa connotación de tabú y prohibición lo que alimenta la curiosidad y el morbo por el sexo anal.
- Entre la fantasía y la preferencia:
Se habla más de lo que se practica. Excluyendo al colectivo gay, la práctica del sexo anal no es la más frecuente según los estudios y sin embargo genera una enorme cantidad de material pornográfico, conversaciones acaloradas, dudas y pasiones. De todas formas, no hay que caer en el error de mitificarla o condenarla; el sexo anal no deja de ser otro elemento de nuestra sexualidad que podemos incorporar a nuestro repertorio; de hecho, las sensaciones que despierta su ejercicio, suelen ser lo suficientemente particulares y distintas a las de otras actividades sexuales (coito vaginal, sexo oral) para que la comparación se vuelva realmente compleja o directamente imposible.
- Puede provocar el orgasmo: a un nivel más psicológico que anatómico
Es raro oír hablar del “orgasmo anal,” y sin embargo existen registros de personas que consiguen alcanzar el clímax a través de la penetración anal exclusiva, es decir: recibiendo únicamente estimulación anal. A pesar de ello esto no es lo habitual, puesto que el placer en este terreno tiene más que ver con la psicología que la anatomía. El ano y el recto no están vinculados a la respuesta sexual de la misma forma que los genitales.
- El sexo anal es para todos: hetero, homo, mujeres y hombres.
Fuera prejuicios: tanto lesbianas como hombres heterosexuales pueden disfrutar con la práctica del sexo anal tanto o más que el resto. El miedo es el peor enemigo del deseo, por eso cada vez más hombres han desterrado al pasado la asociación de placer anal y homosexualidad. El ano es una zona erógena con multitud de terminaciones nerviosas para ambos sexos, y su estimulación tiene la capacidad de producir excitación sexual; además del placer añadido en el hombre por la proximidad del recto con la zona prostática (“punto P” o “punto G masculino”)
- ¿Por dónde empezar?
Preparación: higiene
El uso de enemas o lavativas para limpiar el recto puede ser una buena opción para evitar el contacto con heces. También es recomendable haber ido al baño antes y un buen lavado con agua y jabón.
Lubricación
A diferencia de la vagina, el recto no tiene ningún mecanismo de lubricación autónomo así que aquí el uso de lubricante tiene un papel fundamental, tanto para permitir una mejor y más fácil penetración como para evitar que se produzcan rozaduras o dolor en el contacto sexual. Se recomienda utilizar lubricación bastante espesa y de base acuosa para evitar desajustes en la flora intestinal. Un lubricante de base acuosa normal servirá, pero en las tiendas especializadas es fácil encontrar lubricantes específicamente pensadas para el tipo de práctica que estamos tratando.
Dilatación adecuada, paciencia, relajación.
Ir sin prisa es esencial sobre todo en los inicios. La musculatura anal tiene que acostumbrarse gradualmente a la dilatación que exige la penetración. Lo último que queremos es ser demasiado bruscos y que una actividad placentera y excitante se convierta en una mala experiencia. Por lo tanto, en lugar de empezar con el coito anal, se puede ir introduciendo un dedo o un juguete sexual pequeño (dilatadores o plugs de distintos tamaños) e ir practicando des de ahí. Si no sale a la primera, podéis seguir con otras actividades sexuales y volverlo a intentar más adelante, así nos aseguramos mantener la llama encendida y a la vez rebajar las exigencias y presiones que de otro modo podrían interferir en el estado de relajación esencial para una experiencia sexual satisfactoria.
Protección, cambiar preservativo para evitar contaminación fecal e infecciones.
Evidentemente no hay riesgo de embarazo en esta práctica, pero sí que es una vía muy habitual de transmisión de ITS (Infecciones de Transmisión Sexual), por lo tanto hay que usar condón. En este campo también encontraremos preservativos específicos para el sexo anal, más resistentes ante la falta de lubricación natural de ésta zona.
Respeto, voluntad y conocimiento del propio cuerpo
La mejor forma de disfrutar de esta práctica es estar abierto a probar cosas nuevas, tener ganas y confiar en la otra persona, algo que requerirá una buena comunicación y empatía recíprocas.
Igual que en el sexo convencional, explorar y practicar de forma autónoma a veces es el mejor método de conectar con el propio placer y aprender a disfrutar más de las relaciones sexuales con otros, también en el sexo anal.
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