Es una paradoja encontrar tanto ruido interno
cuando lo que queremos es sentarnos en silencio.
Es una paradoja que experimentar dolor suavice el dolor.
Es una paradoja que permanecer inmóviles nos pueda llevar
tan profundamente en la vida y en el ser.
A nuestra mente no le gustan las paradojas.
Nosotros queremos tener las cosas claras
para mantener nuestra ilusión de seguridad.
La certeza produce una satisfacción tremenda.
Sin embargo, cada uno de nosotros tenemos un nivel más profundo del ser
que ama las paradojas.
Que sabe que el verano ya está creciendo
como la semilla en el seno del invierno.
Sabe que, en el momento en que nacemos, empezamos a morir.
Sabe que toda vida resplandece en las sombras de un devenir.
Que sombras y luz van siempre juntas,
Lo indivisible fundido en lo visible.
Cuando nos sentamos en quietud, estamos profundamente activos.
Al guardar silencio, podemos escuchar el bramido de la existencia.
En nuestro deseo de ser el yo que somos
Nos convertimos en uno con todas las cosas.
Extracto del libro “Sharing Silence: Meditation Practice and Mindful Living” de Gunilla Norris.