Una de las herramientas terapéuticas más útiles es la metáfora, y en particular la siguiente es una de las que más me han servido en la práctica clínica. Resulta casi natural encontrar símiles y relaciones entre lo que explica y la experiencia de vivir. Incluso se puede ir retomando a medida que avanza la terapia, y es lo suficientemente genérica y sencilla (aparentemente) para que todo el mundo pueda hacerla suya. Lo que te propongo a continuación es justo esto: que la hagas tuya y la experimentes en primera persona.
Tanto si ya la conoces como si no, déjate llevar por lo que las palabras que vas a leer a continuación te evoquen y piensa en como se aplican a tus vivencias y la realidad de tu mundo.
Imagina que tu vida es un jardín y tu, un jardinero que ama cuidar cuanto contiene éste lugar. De hecho, tu eres el único responsable de su cuidado ¿Cómo es este jardín? puede que sea un lugar de ensueño, todo aquello que siempre habías imaginado, o quizás sea algo totalmente distinto. Hay quienes gustan de un frondoso y salvaje bosque, mientras que otros prefieren un tranquilo y ordenado páramo. ¿Cómo te gustaría que fuera tu jardín?
Ahora supón que las plantas son como las cosas que quieres en tu vida, y piensa: ¿cuáles son las plantas de tu jardín? ¿cómo ves las plantas como jardinero? ¿tienen flores, huelen bien, son hermosas? ¿Estás cuidando las plantas que más quieres como querrías cuidarlas?
El cuidado de las plantas: esfuerzo y constancia
Una lección muy importante que todo buen jardinero debe saber, es que puedes elegir qué plantas vas a regar y cuáles no, puedes decidir incluso dónde plantarlas y cuánto tiempo dedicarles; pero no puedes determinar el número de flores que saldrá en cada rama, el momento exacto del florecimiento o la posición justa de esas flores. Incluso con el mejor de los cuidados, hay veces que las plantas se marchitaran. La cuestión es, ¿cómo estas cuidando esas plantas? ¿Es muy agotador? Puede que pasen años hasta que ese magnífico árbol que imaginas te cobije del sol en verano. ¿Eres capaz de seguir cuidándolas hasta obtener los frutos de tus esfuerzos? El premio es vivir en ése jardín.
El terreno nos viene dado
Ahora te invito a dar unos pasos atrás y pararte a observar el terreno sobre el que estás construyendo tu jardín, quizás haya una fuente o un arroyo; puede que sea llano o que este hecho de altibajos. Hunde los dedos en la tierra ¿Con qué material estás trabajando? Todos los parajes naturales, como las personas, son distintos; y todos poseen una inherente belleza, pero puede que no todas las plantas crezcan en todos los terrenos. Puedes esforzarte a cavar zanjas y preparar el terreno, o puedes emplear la creatividad para sacarle el mejor partido, ambas son buenas opciones.
Las malas hierbas y las espinas
¿Has encontrado alguna mala hierba en tu jardín? Te aseguro que van a aparecer tarde o temprano, en todos los jardines nacen plantas que no hemos previsto. A veces nos afanamos tanto en limpiar el jardín de malas hierbas, que corremos el riesgo de olvidar regar aquellas plantas que justamente tratábamos de proteger. Puede que te des cuenta que a veces, unas pocas malas hierbas incluso favorecen el crecimiento de otras plantas bien porque dan espacio para que otras crezcan, bien porque hacen surcos. Puede que esa planta tenga algún valor para que las otras crezcan. A veces las plantas tienen partes que no gustan pero que sirven, como curre con el rosal que para dar rosas ha de tener espinas.
La terapia: plantar semillas
A fin de cuentas, el proceso terapéutico no es otra cosa que un paseo por este jardín, para tomar conciencia de qué hay allí ahora y poder decidir qué queremos cultivar en él y cuántos esfuerzos dedicar a cada rincón del mismo. El psicólogo te ofrece algunas semillas y te puede orientar sobre como empezar a cuidar esas plantas, pero tu eres el único jardinero de tu jardín y quien tiene la última palabra sobre como deben hacerse las cosas en él.
*Bibliografia: “Terapia de aceptación y compromiso. Un tratamiento conductual orientado a los valores”. Kelly G. Wilson y M. Carmen Luciano Soriano
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“El psicólogo te ofrece algunas semillas y te puede orientar sobre como empezar a cuidar esas plantas, pero tu eres el único jardinero de tu jardín…”