Cuando estamos nerviosos, nos sentimos vivos.
Cuando estamos alerta, lo damos todo.
Cuando estamos lejos de nuestra zona de confort, crecemos.
Normalmente suelo reforzar a mis pacientes siempre que demuestran signos de madurez, cuando son capaces de sobreponerse a las exigencias de las pulsiones y los instintos que su niño interior llama para satisfacer; pero este refuerzo no siempre es positivo. Continue reading